sobota 5. listopadu 2016

My little Granada blues o el arte de saber volver

¿Existe algún arte de saber volver a los sitios? ¿Sería volver al lugar sin demasiadas expectativas y con tranquilidad y paciencia? Quizás, si no se encuentra esa tranquilidad, es mejor convertirse en pleno huracán e ir rompiendo los órdenes antiguos. Pero... ¿que pasa si los órdenes antiguos ya no son lo que conocías y en vez de que los rompas tú, te rompen ellos a tí? ¡Precaución! También suele pasar. Aunque sepas que el cambio es lo más propio de la vida misma.

Cada vuelta es única y proporciona sus propias alegrías y penas. Hay sitios con más cambio y movimiento y otros dónde la vida fluye con más lentitud. Granada es el primer caso por excelencia. Cada año académico abre sus puertas a gente nueva y se despide de los que ya se tienen que ir. Es un sitio de paso, dónde el flujo de gente es muy intenso. Uno se puede encontrar con la subcultura a su gusto. ¿Le apetece un poco de mundo hippie, anarquista, pijo o prefiere la serenidad de los hipsters? Encima, con una gran probabilidad habrán uno o más componentes internacionales en el grupo. Parece ser una maravilla. Lo malo empieza cuando tú te quedas y los otros se van. Entablar amistades estables con gente que se quede más tiempo es parecido a encontrar un tesoro.

Cuando aún estos “tesoros” ya no están, resulta como mínimo inquietante. Cuantas familias de amigos ya se tuvieron que separar y seguir cada uno su propio camino. Y hay tantas historias de amor, o por lo menos muchos microamores pasajeros. Es lo más natural en un lugar con tanta gente joven que vienen a pasar un tiempo delimitado de sus vidas. Por el camino a Granada dejan en los aviones y autobuses el control social, que traían de sus casas, viniendo a una ciudad encantadora dónde nadie les conoce. Las propias calles y alrededores de Granada invitan a perderse en sus rincones pintorescos y descubrirlos sintiéndose uno aventurero. Es combinación perfecta y hace que la ciudad esté cargada con mucha magia. Dicha magia proviene del encanto granaino entrelazado con el hecho de ser un cruce en vidas de mucha gente de todo el mundo.


La vuelta a un lugar así, tan repleto de muchas despedidas y reencuentros, conmueve y desequilibra al principio. Sobre todo si muchas de las “familias” de amigos ya no están. Sin embargo, te enseña. Te enseña que en primer lugar te tienes que dar el tiempo para absorber todo ese cambio y luego abrirse a lo nuevo.  

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