Porque
a veces se mezclan
y enlazan unas a las otras.
Crean
cúmulos en los cuales nos vemos incapaces de diferenciar.
Diferenciar entre los motivos reales que crean dolor del alma de los
imaginarios. Creo que el ser humano tiene una tendencia
sadomasoquista y a una parte de nosotros le gusta hacernos
sufrir. Hay motivos tangibles que
necesitan que se les pase mal. Rupturas. Pérdidas.
Desilusiones grandes.
La
mente tiene la capacidad de potenciar al máximo tanto los momentos
de la felicidad máxima como aquellos ratos de estar en el fondo
personal. Una no tiene que ser bipolar para vivirlo (creo).
¿Cuáles
pueden ser los ingredientes que abonan el malestar? Miguitas de
autolástima, gotas de complejos del pasado y cucharas de
imaginaciones refutables por razonamiento lógico. Por ejemplo.
Allí,
en ese momento de acumular y mezclar demasiado es bueno empezar a
diferenciar y pararse para hacer el esfuerzo de analizar los procesos
mentales.
Para no
perder el hilo.
En el
diálogo con la Vida.