Nos tenemos que ir, pero
no nos vayamos todavía.
Les quiero libres, pero
les quiero aquí.
Quiero que fluya, pero me
quiero agarrar tanto.
¿Dónde está el
principio y el fin?
¿En el abrazo, sonrisa,
caricia?
¿Habrán reencuentros?
Espero que sí.
Nos veremos, pero ya
diferentes.
Esto es lo que tiene el
tiempo
y el fluir
y el vivir.
En eso bailo con tanto
gusto y a veces me duele.
En esta libertad y el
equilibrio sagrado.
Cuidándome.
Dejándome
sufrir solo una miguita necesaria.
Porque aunque le guardo
algo de rencor a ese hombre,
al mismo tiempo recuerdo
con mucho cariño las palabras
de un profesor, que nos
dijo, que el dolor es inevitable,
pero el sufrimiento lo
decidimos nosotros mismos.
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